Guadalcanal, última luz que baña Sierra Morena . Paraíso de azahar cuando el naranjo en flor resurge y reverbera.
¿Quién dibujó sobre el gris adoquinado el reflejo de la cera? Quizás el pincel nazareno en el lienzo de la espera, cuando un capillo de amor va ocultando su inocencia.
¿Quién escribió esa historia que en sus muros se refleja, en un laberinto de calles salpicadas de cales viejas, donde el paso de los años las hizo grandes y añejas? Tal vez el viejo poeta, que unió la voz de su pluma a un cielo de primavera, cuando pasa un Cristo Orante reflejando su tragedia.
¿ Y quién hizo de Guadalcanal el templo de la Cuaresma? ¿fue un redoble de tambor o un lamento de corneta? ¿ Fue el costal y la faja o la constante trabajadera? ¿ Un capirote morado o el canto de una saeta?
Solamente el Padre Eterno, ese Dios de la madera, el que vive su pasión entre dos Sierras señeras, quiso que el agua y el viento perfilaran la materia, para hacer de Guadalcanal un paraíso cuaresmal e implantarlo en la tierra.